DE INTERES
Es claro que los grandes avances que el ser humano ha logrado en materia de ciencia y tecnología, han transformado de manera transcendental la forma en que llevamos a cabo las tareas de nuestra vida. Para nadie, es un secreto que herramientas como los computadores personales y los teléfonos celulares junto con la posibilidad de mantenernos conectados a una red mundial, han hecho que los procesos sociales, económicos y políticos se desarrollen a partir de dinámicas muy distintas a las que vivieron las generaciones anteriores a la década del 90.
De hecho, muchos de nosotros crecimos en una época donde, incluso, la posibilidad de acceder a programas de televisión en colores era limitada; o vivimos nuestra etapa de educación básica en ambientes donde los tableros verdes, los libros de texto y uno que otro recurso de audio y video, eran las únicas herramientas a las que podían recurrir los docentes a la hora de ejecutar los procesos de formación.
Hoy, por el contrario, la educación se ve ampliamente influenciada y apoyada por un sin número de recursos que han trascendido las barreras del tablero y el libro de texto, para concentrarse en las alternativas didácticas que nos ofrecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Ya no sólo contamos con una cantidad limitada de material audiovisual, sino también con el amplio universo de la comunicación multimedial; donde texto, imagen, audio y video se conjugan en un solo espacio, mediado por las interfaces gráficas de las aplicaciones computacionales y las posibilidades de acceso a ellas a través de internet.
A pesar de que este panorama nos parece bastante alentador y nos llena de entusiasmo respecto al surgimiento de nuevas alternativas, es necesario reconocer que el desarrollo tecnológico no descarga a las instituciones educativas, ni a los docentes de su responsabilidad; por el contrario, el mundo contemporáneo pone frente a los educadores un sin número de retos, los cuales se deben enfrentar a partir de competencias que nos permitan desempeñarnos de manera adecuada a la hora planear, dirigir, desarrollar, evaluar y apoyar procesos formativos que se sirvan de los Ambientes Virtuales de Aprendizaje.
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